Si con una especie he tenido mala suerte, es con esta. Compre una “teórica pareja” joven. Esperé los dos años de rigor a que fueran adultos, pero no criaban, después del tercer año sin criar, averigüe que se trataba de dos machos. Cambié un macho por una hembra joven.
A los dos años sin criar, reclame al “criador” que me la había vendido, a ver si resultaba también un macho. A lo que el mismo se ofreció a cambiármela por una hembra suya reproductora. A los dos siguientes años sin criar, y empezando ya a utilizarse el sexage por ADN, hice sexar a la hembra. El análisis me determino un Macho.
Después de esto y cansado de la mala suerte, o mas bien de la poca seriedad del criador, cambié esta especie por las princesas de gales, con las que realmente tampoco tuve mucha suerte.